domingo, 23 de noviembre de 2008

Todo comenzó quemando libros...



JOSE MANUEL ARECES
Esto de la memoria histórica de Garzón y Zapatero está sacando a lo mejorcito del pesebre nacional-socialista. Así ese símbolo arquitectónico del marxismo que es el Círculo de Bellas Artes en Madrid (antigua cheka durante la guerra civil) ha sido reciente testigo de la parición entre sus muros de uno de los más voluminosos fantasmas de nuestro pasado reciente.



La memoria histórica no solo nos trae los crímenes del franquismo sino también tortuosos y vociferantes personajes como es la musa de la mujer modelo marxista, Cristina Almeida. La abogada, que llevaba un tiempo retirada, a regresado a la escena pública para ocupar un amplio puesto al frente de la falange de artistas del pesebre que ha salido al grito de ¡defendamos a Garzón!.
La ex dirigente comunista ha manifestado con su habitual tono contenido que lo que hay que hacer es dedicarse a quemar los libros de historia de Cesar Vidal y Pío Moa que pueblan las estanterías de El Corte Inglés. Lo cierto es que esta mujer tiene razón, no basta con el trolerío que nos meten diariamente en periódicos y teles afines al régimen, no es suficiente el lavado de cerebro de la asignatura para la educación de la ciudadanía, pues en verdad algún español pueda escaparse de esta magna obra de lavado de cerebro colectivo. Por tanto quememos los libros, apliquemos las llamas purificadoras a todo aquello que suponga un atentado intelectual contra el régimen. Poco le faltó a la musa del marxismo revolucionario que proponer la creación de un cuerpo de bomberos para quemar los libros y estaríamos rememorando la novela de Ray Bradbury, “Fahrenheit 451”. Me parece recordar también, que los pares del socialismo español, en la Alemania de los años 30 del siglo pasado, calentaban las frías noches con enormes hogueras alimentadas con libros no permitidos.
Vistos quedan los ramalazos liberticidas del pesebre sociata, lamentablemente y como siempre, la gente parece no querer enterarse de estas cosas y prefieren seguir anestesiados, brindando con champagne o cerveza de barril en tanto nos abocamos sin remedio al abismo de la crisis económica y el fin de la democracia. El pueblo español solo quiere engordar la barriga, y en tanto duerme la siesta, deja sus asuntos en manos de la satrapía socialista. El que escribe estas líneas bien puede ser tachado de aguafiestas y cenizo, pues hasta uno mismo se plantea en ocasiones, y a la vista de la cruda realidad, si no resultará más práctico dejarse llevar por el sueño de Baco, y dormir entre los benditos brazos de la feliz ignorancia. Al fin y al cabo, ni la propia oposición institucional hace nada por cambiar las cosas.

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