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miércoles, 14 de enero de 2009

La justicia no está tan ciega



JOSE MANUEL ARECES.-
La mitad de los jueces amenaza al gobierno con su primera huelga si no se cumplen sus objetivos, antes de seis meses. El plante se realiza no sin responsabilidad, ya quisiera el gobierno que los sindicatos dieran tan amplios plazos. Cuatro asociaciones de jueces exigen la adecuación salarial, la regulación de su carga de trabajo, y la adaptación de la justicia a las nuevas tecnologías. Promoverán una protesta en todas las sedes judiciales del país el próximo 18 de febrero, en caso de no lograrse acuerdo habrá una huelga para el mes junio. El ministro de la cosa, Bermejo, cree que esto es injustificable y señala con el dedo a los jueces amenazándoles con el recuerdo de que nadie es intocable, es evidente que a la banda de la secta no le agradan las verdades. Todo esto sucede tres meses después del paro de los secretarios judiciales, en solidaridad por la suspensión de empleo y sueldo, de la secretaria judicial relacionada con el caso Mari Luz, y un año después de los tremendos paros de los trabajadores de justicia.

En fin, si algo es evidente, es que en la justicia hay problemas. Resulta chocante como el Presidente del gobierno en recientes declaraciones hablaba de la independencia del poder judicial, curioso resulta escuchar estas palabras, cuando día sí y día también, somos testigos de las presiones políticas que los del régimen ejercen hacia aquellos jueces que nos son de su cuerda, no olvidamos el caso del juez Ferrín, públicamente linchado por las asociaciones de jueces y fiscales progres, colectivos lésbicos, partidos de izquierda y agrupaciones de afectos al pesebre institucional.

El problema de España es precisamente que habida cuenta del mal funcionamiento de la administración, de la corrupción generalizada, de los chanchullos miles, el carácter picaresco español, los fraudes empresariales, los divorcios por matrimonios mal planteados, querellas entre vecinos, y demandas varias; exigen una justicia no ya de calidad, sino con los medios suficientes para absorber la brutal carga de casos que se acumulan en los palacios de justicia.

Para más Inri la cesión de competencias de justicia a las comunidades autónomas, uno de los mayores errores de la democracia, han acelerado el problema, porque ahora vamos a 17 administraciones de justicia, cada cual a su manera, esto es un dislate.
Los jueces tienen una gran carga de razón y en principio piden lo que cualquier hijo de vecino, y desde luego su comportamiento resulta más ejemplar, a la hora de amenazar con una huelga, que el que muestran pilotos o sindicatos verticales como UGT y CCOO, cada vez que se le pasa por el arco del triunfo organizar una tangana.

Necesitamos una administración de justicia eficaz, con medios suficientes para prestar el mínimo servicio que precisan los ciudadanos, este es un servicio que responde a una de las más básicas garantías en democracia, dar justicia al que la precisa, hacer aplicar las leyes por las que nos regimos, dirimir los conflictos, en fin, tener paz. Si para esto se precisan cientos o miles de ordenadores, y su mantenimiento, cómprense, en lugar de invertir en vinos españoles, inauguraciones y festejos varios. No hagamos parar a un servicio básico para la convivencia por causa del dispendio en imagen y propaganda inútiles. Probablemente el ministro Bermejo en lugar de andar hurgando heridas, manipulando al ministerio fiscal, repartiendo prebendas a amigos, o castigando desafectos, y lanzando amenazas; mejor debiera pelear con su patrono por obtener estos fondos para su departamento. No en vano queda bastante mal que el tal Mariano Bermejo, a la sazón ministro de justicia, se gastase 250.000 euros de vellón en la reforma de su pisito y ahora ande racaneando con necesidades que sí son reales, con ese dinero se hubieran equipado informáticamente 100 salas judiciales. Llámenme demagogo si quieren, pero los dineros están para administrarlos y gastarlos con cierto decoro, máxime en tiempos de crisis.

domingo, 4 de enero de 2009

Citas


No hay más que un poder: la conciencia al servicio de la justicia; no hay más que una gloria: el genio, el servicio de la verdad.
Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.

Una dictadura silenciosa


JOSE MANUEL ARECES
El terrible caso del Juez D. Fernando Ferrín Calamita es uno más de tantos en la persecución extremista y fanática de la jauría políticamente correcta. Son muchos los profesionales en distintos empleos que han caído víctimas de la justicia paralela de la izquierda. Como escribimos hace tiempo, refiriéndonos al fiscal Fungairiño, una nueva inquisición ha nacido, una dictadura soterrada y silenciosa, no declarada pero no menos poderosa que amilana a la política, al poder judicial, las fuerzas armadas y a todo quisque viviente. Su objetivo, someter al estado de derecho.

Los tribunales populares están hoy gobernados por progres con mentalidad de chekista, sus púlpitos están en plazas, senados, periódicos, y televisiones, y su ideología es la del lumpen de la sociedad, ideología de género, gays y lesbianas, feministas, alianza de civilizaciones, persecución a católicos (que no laicismo), y demás bagatelas masónicas que convierten en hereje al hombre de fe, en traidor al defensor de la ley, y condenan al insulto, y al ostracismo al que nada contracorriente y solo pretende, un estado de derecho e igualdad.

Con el caso del juez Ferrín se ha logrado capar a la justicia como si fuera un pollo de Villalba, curiosamente, según los chekistas, puedes ser un juez de izquierdas, puedes ser un juez gay, puedes incluso ser juez batasuno, pero de ningún modo, y aún siguiendo estrictamente la ley al pié de la letra, puedes ser un juez católico con siete hijos. La ley del embudo es así, no hay constitución, ni leyes, ni garantías que valgan si estas entran en confrontación directa con lo políticamente correcto. En el caso de que uno pretenda ser honrado en este mundo, y fiel a sus principios, no queda más que el ostracismo, el insulto público, la deshonra sistemática , el escarnio y la suspensión de empleo y sueldo. Así se hacen las cosas en la España democrática, y ha este punto hemos llegado, al punto en que unos cuantos locos dictan la moral pública, adoctrinan al ciudadano, suprimen al enemigo de la fe, y ponen de rodillas al totum estado de derecho y sus instituciones.

Es preciso recordar al que esté mal informado, que el Juez Fernando Ferrín ha sido suspendido de empleo y sueldo, sin opción a ganarse entre tanto la vida en otra actividad, porque dos lesbianas esgrimen, en función a la ideología de género, su derecho de adopción. Precisemos las cosas porque puede haber alguien confuso al respecto: el derecho de adopción no pertenece a los padres, este derecho pertenece al niño, el juez lo que decide es si unos u otros padres son los adecuados para el cuidado de dicho niño, nada más. Esto enlaza con la famosa discusión relativa a las uniones de gays y lesbianas, el matrimonio se regula entre dos personas de distintos genero, hombre y mujer desde que el mundo es mundo, uno de cuyos fines es la reproducción, o sea traer hijos a esta tierra. Para desmontar esta institución, base de nuestra sociedad, la izquierda cavernaria precisa retorcer los conceptos y así hacer asimilar a la sociedad, que cualquier ser puede unirse en matrimonio, no importa el género, y por tanto para crear una familia precisa hijos, y como por naturaleza es imposible que los pares puedan procrear, pues hay que darles el privilegio de adoptar niños.

Esta corrupción total de la naturaleza y el orden social tiene un trasfondo que va más allá de otorgar supuestos derechos a gays y lesbianas, pretende transformar la sociedad, y está ligado a cuestiones tan dispares como la educación de los niños en función a los intereses del estado, la supresión de toda doctrina religiosa en nuestras vidas, y el sometimiento en fin, de nuestras almas a la dictadura silenciosa. La última estación de todo este proceso es el paraíso comunista o como ahora lo quieran vestir; da lo mismo.

El pueblo español y sus instituciones están hincados de rodillas ante el poder oculto de unos pocos grupos minoritarios, pero poderosos y bien coordinados, y cualquiera que se aleje del camino trazado pone en juego su vida, hacienda y carrera. Hoy en día el cursus honorum pasa por rendir pleitesía a los dictados supremos de la izquierda totalitaria y rancia, la libertad es una palabra bella escrita en viejas piedras, cuyo significado ha sido retorcido hasta que apenas si queda un retazo de su recuerdo. Hoy el hombre libre no puede decir ya aquello de: -yo solo me arrodillo ante Dios y no ante el rey-, el hombre libre no puede confiar su vida a los valores de nuestros ancestros, el hombre libre, en definitiva, no puede ni tan siquiera decidir cómo educar a sus hijos, ¿Dónde estás libertad?.

Permítanme que ose demandarles lo siguiente: arriesguen sus haciendas, contesten al poder, eleven sus puños al cielo, desafíen a la corriente, salven sus almas eternas, defiendan su personalidad sea cual sea esta, nieguen la mayor, y opinen libremente, porque solo tomando esta postura lograran llevar una vida digna, la cabeza alta y contribuir con el común de sus vecinos, a someter al destierro esta dictadura que como gota de lluvia fina, y sordamente, se ha instalado sobre nuestras cabezas. Desafíen a su miedo, vuelvan la cabeza ante la comodidad, son tiempos de penuria y nuestra libertad, la de sus hijos, la justicia, reclaman el apoyo decidido de la nación, del común de los españoles. No se equivoquen la soberanía recae sobre la nación, nadie dicta nuestro futuro más que nosotros, y se precisan medidas contundentes para recuperar nuestra soberanía entregada de balde a una banda de políticos y adláteres, que pretenden someter, no ya nuestras vidas, sino aún peor, nuestras conciencias a su dictado. Una revolución de sordina barre España de punta a punta, y entre tanto, los españoles se van de cañas, hoy ya es tarde, y mañana, como decía Alfonso Guerra, a España no la va a conocer ni la madre que la parió.

En sus manos está decidir: sí, pueden decidir cuál es su destino, que vida desean, el estado no puede, no debe decidir por ustedes. Entre tanto, les animo a contribuir con su apoyo a desafiar la injusticia: una serie de asociaciones cívicas han abierto una cuenta corriente para sostener a un hombre que lo único que hizo fue cumplir con su deber, no más. En las manos de los españoles de bien está cambiar las cosas, no en las de los políticos, contribuyan pues a que el Juez Fernando Ferrín pueda alimentar a su familia en estos tiempos de penuria, puedo asegurarles que este acto les será devuelto con creces a buen seguro, como mínimo, si todos ponemos un poquito de nuestra parte, devolveremos la fe en la justicia y la solidaridad a una familia apurada, y como máximo estaremos cambiando el rumbo de las cosas.
Apoyen pues a la plataforma cívica en pro del Juez Ferrín Calamita, con este apoyo se pretende:

1- Instar a la sociedad española a realizar una ayuda económica para el pago de la indemnización a las lesbianas y las costas del procedimiento, así como para que el Juez condenado por actuar justamente pueda mantener a su familia (provisionalmente permanece abierta la cuenta BBVA: 0182-7589-91-0201517203).

2- Apoyar moralmente al Juez Ferrín Calamita, mediante los mensajes de aliento y comprensión que la ciudadanía quiera manifestarle, en el blog creado al efecto: http://juezcalamita.blogspot.com.

3- Activar la sociedad civil para reivindicar la despolitización de la judicatura. El caso del Juez Ferrín Calamita ha sido un ejemplo más de la claudicación de la justicia ante lo políticamente correcto, de la politización de la fiscalía y la judicatura, de la condena previa por motivos religiosos, y del sometimiento de la justicia a la ideología de género y al lobby gay, desoyendo el elemental principio de la presunción de inocencia.

En sus manos está el poder de cambiar el rumbo de nuestro destino común, tan solo han de hurtar unos euros a cualquier capricho banal, que como todos ellos, apenas si luego quedará en su recuerdo. Un hombre honrado y su familia las están pasando canutas por defender nuestros derechos, de justos es corresponder el sacrificio.