sábado, 24 de septiembre de 2005

Verdades y mentiras


JOSE MANUEL ARECES
De todos es sabido que la historia la escriben los vencedores, pero pocas veces se habla de la revancha de los perdedores. La historia debía de ser un sagrado altar de verdades dispuesto para enseñarnos a andar el futuro, pero en este país, conocer la historia resulta un trabajo de Hércules, una labor ciclópea, gracias a la divina intervención de ciertos políticos y catedráticos de historia, ávidos por plasmar su verdad o la verdad que interesa, por encima de los hechos.

Del mismo modo podríamos hablar de gran parte del oficio periodístico, servido por innumerables profesionales a las ordenes de empresarios de la comunicación, preocupados en utilizar sus medios para fines políticos y económicos, sirviendo a sus respectivos bloques de opinión.
Encontrar la verdad se hace difícil en el día a día, ¿cómo será, si no, al escribir historia?. Es bien conocido el afán de nuestra clase política, en general, por manipular los hechos en su beneficio, pero quizás sea digno de un estudio sobre propaganda política, el manejo por parte de la izquierda de este país, antes llamado nación, de la información de masas, de la propaganda política y de su manipulación aberrante de la historia. Cabe reconocer, el merito, técnicamente hablando, de los propagandistas de la izquierda, dada la eficacia de los resultados obtenidos. No se conforman con la construcción de verdades y mensajes atentos a la coyuntura diaria, que sirvan a necesidades tácticas, no, la profundidad de su trabajo es estratégica, pero deberían darse cuenta de las graves consecuencias que tendrán sus mentiras, a largo plazo, en la educación de nuestros ciudadanos, aunque quizás sea ese su objetivo estratégico; generar masas de votantes serviles, convencidos de su verdad, quizá esa y no otra haya sido la consecuencia sociológica del voto de la juventud a favor de la izquierda en las pasadas elecciones generales.

El perverso manejo durante veinte años, de realidades históricas como la guerra civil, unido al uso de eficaz propaganda de fondo, en dirección a crear una imagen común de que todo lo relacionado con la izquierda es intrínsecamente bueno, culto, progresista y moderno, terminan calando en la conciencia de la sociedad. Hay que reconocer que entre los meritos de la derecha española nunca estuvo el manejo de la propaganda política de manera eficaz, de hecho su máximo esfuerzo a sido quitarse de encima el sanbenito colgado permanentemente por la izquierda a base de negarlo pertinentemente, pero ha sido tal la eficacia de la propaganda izquierdista, que finalmente la derecha a tomado complejo de su propia existencia y termina agachando vergonzosamente la cabeza ante tamañas tropelías.

A ninguna persona con dos dedos de frente se le debería escapar que en todos los campos puede haber inútiles, incompetentes, gallitos, destripaterrones, lameculos y ganapanes. Cualquier agrupación tiende a promocionar a los más inútiles y peloteros, los cuales elevan a su vez a otros peores que ellos, esta es la teoría de la reproducción del incompetente, muy en uso en nuestra nación. Pero también en todas partes hay personajes honestos y valientes, decorosos, que simplemente creen en lo que hacen y lo hacen lo mejor que las circunstancias se lo permiten.

La mayor parte de la clase política de nuestras Españas, la local y provincial, suele estar compuesta por modestas personas que se ocupan del autentico día a día, no confeccionan grandes discursos, solo administran nuestros problemas, con mayor o menor acierto en función de su capacidad. Pero todo eso está fuera de la maquinaria propagandística de la izquierda, la nueva inquisición, que está forjando, día a día desde hace veinte años una nueva realidad y una nueva historia. Las Españas ahora cuentan con dos grandes partidos, hace 25 años eran muchos más y todos los integrantes de grupúsculos y bandas de izquierda, desde la maoísta ORT, a los veinticinco partidillos comunistas han terminado recalando en el PSOE, y son sus actuales ideólogos y fabricantes de recetas.
De aquélla amalgama se ha formado un núcleo compacto y eficaz maquinaria, que ha tomado posiciones en el mundo de la cultura, emponzoñándolo, en las cátedras de numerosas universidades e institutos, etc., es decir han penetrado en los ejes de la educación de esta nación. Su objetivo hoy es más descarado que nunca, a la vista está, desacreditar a la derecha y perseguirla hasta su extinción, un objetivo muy típico del estalinismo, y por ende comprensible, dada su formación ideológica. Hemos tenido un buen gobierno de derechas, por tanto hay que borrar su recuerdo de la memoria de los españoles a golpe de agit prop, calumnias, y demás. Esa es la realidad en la que vivimos, y cada día se nos hará más difícil desentrañar entre la bruma y el murmullo propagandístico la realidad.

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