jueves, 11 de marzo de 2010

Porque no quiero olvidar



Hoy me he levantado con un amargo recuerdo, porque no quiero olvidar. Hoy cierro los ojos y quiero vivir tántos sentimientos tristes, quisiera ver todos los rostros que aquel día se marcharon. Porque no quiero olvidar, porque no puedo olvidar, hoy rememoro aquella tragedia. Recuerdo dónde estaba en aquel fatal momento, cuando el rumor llegó, y después el rumor se hizo noticia, y miles de voces quebraron el viento anunciando entre humo, sirenas y sangre que la muerte había llegado a Madrid. El adios de mil almas que rompen a volar no es silencioso.

No puedo olvidar, como en un sueño guiado por un resorte salí a las calles, todos a mi alrededor miraban al suelo con gestos de dolor e incredulidad, nadie hablaba, nadie podía creer, y alguien me preguntó ¿es verdad lo que cuentan?. Nadie podía creer. Como siempre sucede en estos tiempos, solo l televisión es el notario que certifica la realidad. Solo las imagenes cruentas que en todas las casas y en los bares vimos en los televisores de todo el país nos confirmaron la terrible certeza, de que mil almas se fueron. No recuerdo tanta pesadumbre en las calles, pero lo peor estaba por llegar. La infamia sucedió al dolor, el uso partidista e interesado de la tragedia trajo el triunfo más vil de la democracia, y con ese triunfo llegaron el silencio, los enjuagues, las mentiras.

No quiero olvidar como miles de españoles salimos a las calles cada día 11, para demandar justicia, para pedir la verdad, para reclamar memoria, dignidad y justicia. Hoy como ayer seguimos en ese afán, y la verdad, poco a poco va tomando forma, se va haciendo presente.

No podemos olvidar, no debemos olvidar cómo y porque mil almas preñaron el cielo de Madrid aquella mañana. La justicia espera paciente a los responsables de la tragedia.

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